Otro año más se ha llevado a cabo en el centro el Concurso de relatos de terror “Relatos que me asustaron” con motivo de celebración del Día de Finaos. El 31 de octubre, el alumnado seleccionado de 4º ESO leyó sus relatos de terror y creación propia al alumnado de 1º ESO. Además, se contó con la colaboración de alumnas 2º FPB de Maquillaje y estética y de su profesora Pilar Soler para caracterizar a las alumnas que leían los relatos.
Fotografías:
A continuación, los relatos seleccionados para la lectura en
el aula:
El fruto mortal
Eran las siete de la tarde, a
mediados de abril, en plena caída del sol cuando caminaba sin rumbo con una
sola misión, encontrar el idílico árbol frutal que daba cientos de frutos tan
verdes como sus enormes hojas y tan brillantes como la cristalina agua que
lleva el río. Andaba alejada de la civilización y de todo lugar en el que
pudiese aparecer alguien. Un lugar donde las personas que entraban no salían,
al menos con vida, algunas aparecían colgadas de las señales de la carretera
trasera o parte de su cuerpo arrojado en ella.
Ya empezaba a anochecer en aquel
lugar solitario sin ningún alma divagando por sus estrechos ríos que llenaban
el silencio tan profundo del bosque. Había acabado de recoger los sabrosos
frutos que salían en pleno mes de abril cuando legando al coche me miré las
manos y me di cuenta de que me había dejado las cesta, sé dónde, quizás al lado
del río cuando fui a lavar los frutos o
quizás al lado de uno de los cientos y cientos árboles que hay donde paré a
probarlos y a coger fuerzas para continuar.
Decidí volver al bosque, y tras
horas buscando y buscando sin perder ojo al suelo sin levantar la cabeza, miré
hacia atrás, hacia delante y hacia todos lados y me di cuenta de que había perdido la noción del
tiempo, eran las doce de la noche. Me había perdió, el coche era ilocalizable y
no había cobertura en medio de tantos árboles. Emprendí el camino a una cabaña
que había cera al río para busca ayuda. Al llegar, la cabaña tenía las luces
encendidas pero no se oía ningún tipo de ruido ni se veía rastro de nadie.
Toqué y tres veces puerta sin parar, ya estaba aterrorizada, mi cabeza daba
vueltas tras tantas horas caminando sin tino por el bosque. Mi cabeza reculó
horas atrás y me di cuenta que los frutos que me comí no eran frutos, sino un
tipo de hongo alucinógeno, estaba a punto de marearme y caerme al suelo.
A la mañana siguiente desperté en
una tabla sucia, mordisqueada por ratones y rodeada de escopetas y cuchillos de
todo tipo. Sentí miedo y angustia al querer escapara y no saber por dónde.
Miré a un lado y vi una pequeña ventana,
era mi oportunidad de salir de allí.
Salí pitando de ese lugar, pero
un hombre con apariencia de psicópata me esperaba fuera con un cuchillo en la
mano. Después de media hora intentando huir, sin poder tragar saliva y sin
sentir mis piernas, tropecé con una piedra y caí al suelo. El hombre me
alcanzó, me atrapó para que no huyese y no paró de acuchillarme cada parte de
mi cuerpo, cada centímetro, hasta quedarme sin una sola gota de sangre en el cuerpo
y hasta dejar de chillar de dolor cada vez que el cuchillo atravesaba mi piel
hasta morir.
Natalia 4º ESO
Música clásica
Me llamo Sarah, tengo veinte años
y ahora mismo estoy en el coche junto a mi padre y mi hermano pequeño, de camino
a la casa donde nos vamos a quedar durante un fin de semana para la boda de mi
tía Flora. Abro los ojos al escuchar a mi padre llamándome, resulta que me
había dormido, miro por la ventana del coche y veo una casa muy grande, y en la
puerta de esta, mi madre y mi tía.
Mi madre había venido un día
antes para ayudar a mi tía con lo de la boda, ella me había confesado que el
hombre con el que se iba a casar mi tía no le inspiraba confianza, ya que era
bastante reservado y muy raro.
Yo ya me había instalado en mi
supuesto cuarto, mientras mis padres estaban abajo hablando con mi tía, y mi
hermana estaba fuera jugando en un pequeño parque junto con una niña rubia con
un lazo rojo en el pelo, que supongo que era la hija de alguna amiga de mi tía.
Como yo estaba sola y aburrida, decidí inspeccionar la casa, la verdad era más
grande de lo que pensaba. Me adentré en un pasillo bastante oscuro en el que al
final había una pequeña escalera que daba a una solitaria puerta. Me dirigí a
esta con todos mis sentidos activados y mediante fui abriendo la puerta empecé
a escuchar música, era música clásica. Ahora me encontraba en una sala
totalmente vacía con una puerta a la derecha, me fui acercando lentamente a la puerta
y la música se iba haciendo más fuerte, así que supuse que venía de ahí, cogí
el pomo y cuando fue a abrir la puerta una voz me sobresaltó, me giré de golpe
y ahí, delante de mí estaba el supuesto marido de mi tía me dijo con una voz
neutra que yo no podía estar ahí o ella se enfadaría. Fruncí el ceño y le
pregunté de quién hablaba, pero él parpadeó un par de veces, me miró y me
dedicó una sonrisa que me dio miedo y me
dijo que bajara a comer. Fui detrás de él, me paré en la puerta y me di cuenta
de que la música ya no sonaba, pero no le di importancia.
Me levanté por la mañana, fui al
baño y encima del váter había un periódico que cogía para quitarlo, pero en él
salía la foto de la niña que jugaba con mi hermano, junto con el marido de mi
tía. Leí el texto que había debajo de la foto, ponía que la niña había muerto
hacía una semana porque el padre la había
encerrado en una habitación sin comida ni agua, solo con un reproductor
de música clásica.
Fui corriendo a enseñárselo a mi
madre, por suerte me creyó y en menos de media hora ya estábamos de camino a casa.
Estábamos en el coche, todos callados por la tensión que había en el ambiente,
pero de repente la radio del coche se encendió y empezó a sonar música clásica,
la misma que había escuchado sonar anteriormente en la casa. Miré al frente y
un camión venía a toda prisa hacia nosotros y pude distinguir que el conductor
era el que iba a casarse con mi tía, el mismo que había matado a su propia
hija y a su lado, en el asiento del
copiloto, estaba la niña del lazo rojo. Yo solo escuchaba los gritos de mi familia
y, de repente, todo estaba negro.
Nira 4º ESO.
Un simple reloj
Siete y media, llego tarde otra
vez pero no oigo el sonido de la voz de mi hermana gritándome:
- - Silene ya vamos tarde, siempre pasa lo mismo, no
me haces caso y mira lo que pasa ¿Silene, me estás oyendo? Ya verás mamá.
Marta gritaba mientras me ayudaba
a buscar aquel condenado reloj. Mi madre siempre me dice que soy igual que mi
padre, él fue quien me enseñó que te puede faltar todo menos un reloj que te
indique la hora y el rumbo.
- - ¡Lo encontré!- exclamé mientras cogía la
chaqueta y el dichoso reloj de cuero de mi padre.
Y sin más salimos a la calle sin
darnos cuenta de que el invierno ya ha llegado y la noche oscura y húmeda caía
sobre nosotras. Tendríamos que haber cogido el coche pensé pero no me di cuenta
de lo ridículamente cerca que se encontraba la fiesta de mi madre. Cuando
llegamos a la fiesta no comenté nada de la extraña sensación que había tenido
durante el camino, la misma sensación de hace meses pero ya había dicho, por
activa y por pasiva, que solo estaba traumatizada, un poco nerviosa, nada
serio. Divisé el rostro de mi madre entre la gente: amigos de mi padre,
familiares cercanos y el tercer novio de mi madre en cuatro meses, ¡bien hecho
mami!
- - Yo me voy a dar un paseo – le dije a mi madre
mientras me giraba.
- - No te puedes marchar en el cumpleaños de tu
propia madre – me dijo con una mirada.
- - Sabes que si papá estuviese todo sería
diferente.
- - Pero está muerto, ¿vale?, muerto, así que…
- - Así que me voy – la corté yo – déjalo, deja de
hacer como que no te importa y si no lo hace pues a mí sí.
Y con una de nuestras típicas
discusiones miré a mi madre una última vez a modo de feliz cumpleaños y me fui.
Me dirigía al parque como
usualmente hacía, no estaba tan lejos del bar y se había convertido en mi
refugio, especialmente ese banco escondido entre los matorrales lejos de las
miradas de desaprobación de mmi madre, indiferencia de mi hermana y pena del
resto del universo, al fin y al cabo solo era una chica que había visto a su
padre morir accidentalmente. En el instituto decía que era una chica dura,
callada, pero dura.
Yo pensaba que era bastante común
y que lo de dura simplemente era un rasgo asignado por el hecho de que después
de ver morir a tu padre pocas cosas hacen que se te revuelva el estómago y se
te salten las lágrimas. Durante el camino a mi banco encendí un cigarrillo, un
mal hábito que había cogido poco después de empezar con los psicólogos. Lo
apagué después de disfrutar de cada una de sus caladas y me senté oyendo el
suave murmullo del viento. Una voz profunda y unos ojos intensos me
sobresaltaron.
- - ¿Tienes tabaco? – me preguntó un chico de unos
veinte años.
Una voz muy profunda y una mirada
excesivamente expresiva para esa edad, pensé.
- - No.
- - ¿Y fuego? – insistió él.
- -Tampoco – y me centré en un punto lejano de luz
detrás de su hombro.
- - Eres muy bonita, ¿me puedo sentar y charlamos?
- -No, ¿no ves que estoy bien? Pues pírate.
- - Vale, vale – dijo él alzando las manos – qué
carácter mujer…
Dio la vuelta y se fue pero algo
en su media sonrisa y sus ojos chispeantes me alarmaron así que me levanté con
la intención de irme pero pocos pasos había dado cuando un pañuelo cubrió mi
boca y empecé a caer en un sueño profundo y nada deseado.
Estoy corriendo, corro feliz hacia los brazos de mi padre.
- - Papi, mira papi, ¡papi quiero volar, hazme
volar! – grito mientras él me agarra para soltarme en el aire y dejarme caer en
sus brazos nuevamente.
- -Sí cariño, vuelas de lujo, pero mira el reloj ya
es tarde, volvemos a casa.
A casa. Tengo frío y una voz que
hubiera preferido no conocer nunca me despierta.
- -Levántate dulce anduriña – decía aquel hombre el
cual ahora me parecía absolutamente repugnante.
- - No me llames así – ese apelativo sólo lo usaba
mi padre, refiriéndose a los pájaros que jugaban mientras volaban.
-
Te levantas guerrera, por eso te elegí a ti –
decía mientras aseguraba mis manos apretando aún más fuerte las cuerdas que
ataban mis manos a la cabecera de la cama. - No eres como esas niñas comunes
que lloran en estas situaciones, tú no haces eso, tú luchas.
Mientras él habla yo miro a mi
alrededor, es una habitación no muy grande y bastante oscura pero se distinguen
perfectamente las diferentes fotos mías en la pared: yo con mis amigas, con mi
madre y mayoritariamente sola haciendo diversos tipos de cosas.
-¿Qué quieres?-hablo firmemente,
no puedo dejar que sepa lo asustada que estoy.
- Charlar contigo, te lo dije
antes – dijo mientras se acercaba a mi cara y una llave chocaba contra mi
pecho.
- Quiero que me sueltes, no estoy
acostumbrada a charlar atada como puedes entender.
- No, no lo voy a hacer, es más,
descansa anduriña, lo vas a necesitar.
Se saca el collar y abre la
puerta para luego salir con una sonrisilla de superioridad. Analiza la
situación Silene, venga ¿qué puedes hacer?, grita, nadie te va a oír. Intenta
desatarte, como no me parta la muñeca no sé yo – me decía mi subconsciente.
Pasé tres días preguntándome qué
hacer para salir de allí. Él, en cambio, solo entraba para darme de comer y
observarme al lado en la silla enfrente de la cama, me sacaba fotos, videos
quizás. Cuarto día: he escupido en la maldita sopa y él sólo se ha reído.
¡Maldita sea, se ha reído! Sexto día.
- -Quiero charlar – le digo – todavía no sé nada de
ti.
- - ¿Ya vas a portarte civilizadamente? – dijo
mientras se sentaba en la cama.
- - Sí, quiero pedirte que te quedaras aquí esta
noche.
- - ¿Cómo? Yo no te quiero para abusar de ti –
exclamó horrorizado.
- - De acuerdo.
Charlamos y cuando fingí estar
dormida lo oí acostarse en la cama y esperé hasta que su respiración se
acompasó para abrir los ojos. Tenía mi plan estudiado seis días y siete noches
en las que me había exprimido el cerebro hasta llegar con la clave. La cuerda
después de tanto forcejeo había cedido y mi mano derecha llegaba a mi reloj
donde pulsé el botón y cayó una cuchilla
¡Gracias papi!
Después de todo un padre militar
tiene sus mañas. Corté la cuerda y me moví suavemente. Rodé hasta caer en el
suelo de la manera más silenciosa posible. Llegué a su lado y arranqué la llave
de su cuello por fortuna no despertó. Corrí hacia la puerta, abrí e intenté
cerrar una ventana y entraba la luz. Miré por ella y vi árboles y que era un
segundo piso.
- - ¿En serio me crees tan iluso?
- - ¡Déjame o te voy a hacer daño!
Todavía recuerdo lo que pasó
aquel día pero es mejor dejarlo así. Como lo que fue, una simple y complicada
pesadilla.
Desireé 4º ESO.
Asimismo, Prácticas Comunicativas y Creativas 1º ESO y Lengua
Castellana y Literatura de 3º C
realizaron para este día la Situación de Aprendizaje “FINAOS”, una actividad de expresión escrita: “MI RELATO TERRORÍFICO”, dicha situación de aprendizaje consistía en crear, a partir de cinco palabras elegidas entre toda la clase y que debían incluirse en sus composiciones, relatos de terror. A continuación, los tres cuentos seleccionados:
Alba ,
1º D, sin título.
“El día 28 de octubre estaba aburrida en casa, sin nada que
hacer. Rápidamente tuve una idea. Fui corriendo a mi cuarto, cogí dinero, un
abrigo y, por supuesto mis zapatillas. En la calle hacía mucho frío. A mitad de
camino empezó a llover, se empezaron a escuchar truenos y a verse los rayos.
Cuando me di cuenta, estaba todo súper oscuro, como si fuera de noche. En todas
las esquinas se veían pequeñas lámparas con poca luz. Seguí caminando. En una
de las tiendas que había allí cerca se veía una sombra que, poco a poco, se
acercaba cada vez más. Me entró mucho miedo y salí corriendo de inmediato. Al
pensar que quizás había despistado a ese ser escondido tras la sombra
tenebrosa, aflojé la marcha muy atenta a todo. De repente, escuché otro ruido
extraño, miré atentamente hacía atrás y al girarme volví a ver la sombra. Salí por
patas hacia un hostal que vi un poco más al fondo, pero me tropecé y caí a un
charco. Me levanté y seguí corriendo como pude, había aterrizado con la
rodilla. Con un miedo terrible en todo el cuerpo entré en el hostal y me metí
en una habitación. Fui al baño, me limpié la herida y cerré la puerta con
llave, también las ventanas, corrí las cortinas y traté de dormir. Cuando me
desperté me vi en mi cama, en mi cuarto, en mi casa y como una loca fui a
preguntarle a mi madre qué había pasado. Resulta que todo era un sueño y nunca
salí de casa. Me había quedado dormida después de aquella idea, justo antes de
salir, cuando cogí el dinero.”
Thiara , 1º E, título: “Un disfraz aterrador”.
“Llevo meses sin pensar en otra cosa. Todavía me invade el
terror al recordar aquel 31 de octubre. Era Halloween y Ariadna, la chica más
guay de todo el insti, celebró una
fiesta en castillo de sus antepasados. (¡Suena increíble! ¿No?). Iba a ser la
mejor noche de todas. Allí había mucha oscuridad. Sin duda era el lugar ideal
para celebrar una fiesta aterradora. Además, la decoración era espeluznante. Me
reuní con mi grupo de amigos. Aitana estaba disfrazada de bruja. Pedro de
espantapájaros y Luisa estaba cubierta por una sábana salpicada de sangre
falsa. Tras un rato charlando con ellos, fui al baño a retocarme. Para llegar,
tenía que pasar por un pasillo largo y oscuro. De repente, empecé a escuchar
una voz que decía mi nombre. Miré detrás de mí, pero no había nadie. Al girarme
de nuevo vi una sombra y no pude evitar meter el chillido más fuerte que
recuerdo en mi vida. Suspiré aliviada al darme cuenta de que se trataba de
Luisa. ¡Qué terrorífico era su disfraz! Comenzó a reírse y a continuación salió
corriendo. No la volví a ver en toda la noche -¡Qué chica tan rara!
Al día siguiente felicité a Luisa por su broma. Extrañada me
dijo que no había podido ir a la fiesta. Entonces, ¿quién había sido el
fantasma con el que estuve hablando por la noche?”
Ángeles Itziar 3ºESO C, título: “Mi historia de miedo”.
“Todavía pienso cómo, en mi juventud, me atreví a entrar en
esa casa de un interior tan oscuro como un abismo. Era de día, pero al mirar
por su ventana dentro parecía de noche. Sin saber por qué entré y, al hacerlo,
la puerta se cerró de golpe. No veía nada. Por suerte llevaba en mi bolsillo
derecho un aparato indispensable, la pequeña linterna que me había regalado
hacía unos años mi abuelo. La encendí y logré ver los viejos y polvorientos
muebles que demostraban que la casa llevaba deshabitada por mucho tiempo.
Curiosa, recorrí la casa observando las maravillas que encerraban sus obras de
arte. Fue entonces cuando, al final del pasillo central, vi una luz tenue que
desapareció veloz, al cruzarse delante de mí una rara sombra. En ese momento
perdí el conocimiento. Cuando desperté estaba a salvo en mi cama sin saber cómo
había llegado allí.”
RELATOS DE TERROR 2º ESO
Una noche distinta de
José Javier
Esta historia comienza una noche,
pero no una noche cualquiera sino especial. El cielo estaba despejado, la gente
ya se estaba preparando para salir y yo decidía salir antes, con mi hermano y
un amigo. Cuando llegamos al barrio más pobre de la zona vimos a un hombre que
nos seguía y, paralizados, pensamos qué hacer, si huir, pedir ayuda o gritar.
Las tres opciones eran inútiles, o al menos eso pensamos, ya que huir especulamos
¿y si es más rápido?; y si al pedir ayuda nadie viene pero el señor sí; y
gritar era inútil porque un hombre como
ese no saldría corriendo así como así.
Pasaron unos segundos y el hombre
seguía siguiéndonos y por causa de dios o algún otro milagro raro el hombre
desapareció. Nos sentimos aliviados, pero no bajamos la guardia y minutos
después volvimos al barrio normal.
Y cuando estábamos pidiendo
dulces vimos un disfraz particular, llevaba un saco en la cabeza con una carita
feliz y ropa algo arrugada y un poco rota. Decidimos acercarnos a preguntar
cómo lo hizo pero no contestó, solo nos siguió y estuvimos toda la noche
pidiendo caramelos con ella.
Al final de la noche nos
despedimos de la niña y el único gesto de despedida fue un escalofrío
recorriéndonos la espalda, pero no nos importó y nos alejamos de ella. Cada uno
siguió su camino y decidimos reencontrarnos
por la mañana para hacer nuestros planes.
A la mañana siguiente mi hermano
y yo llamamos a nuestro amigo pero nadie contestó, así que decidimos ir a su
casa. Sus padres nos dijeron que no volvió a casa y que había desaparecido.
Inquietos pensamos que fue aquel
hombre que nos seguía quien lo había secuestrado. Al final de un día entero
buscando, cayó la noche así que decidimos volver a casa a dormir. Estábamos
dormidos cuando sentimos que nos observaban. Era la chica que por primera vez
hablo y dijo:
-¿Quieres saber cómo lo hice? Muy bien, porque
ahora forman parte de él para siempre.
La chica del piano de Aritz
Hace mucho tiempo existió una
chica llamada Tatari. Ella siempre estaba tocando el piano, debido a que tenía
que participar en un concurso muy importante. Ensayaba día y noche, casi no
dormía y comía muy poco.
Un día, exactamente el día del
concurso, la chica es estresó tanto que se murió mientras tocaba el piano y la
casa donde vivía quedó abandonada y nadie quería entrar.
Una vez un grupo de jóvenes
hicieron una apuesta que consistía en comprobar quién aguantaba más tiempo
dentro de la casa. El grupo de jóvenes estaba formado por cinco chicos: el
primer joven entró y duró treinta segundos; el segundo, cuarenta y siete
segundos; luego, el tercero y el cuarto duraron quince segundo; y, finalmente,
el último chico entró pero no salía. Ya llevaba mucho tiempo dentro y los demás
se asustaron así que decidieron entrar todos juntos. Cuando estaban dentro,
empezaron a escuchar un piano sonando en el segundo piso aunque se suponía que
allí no había nadie, así que pensaron que era su amigo y subieron sin miedo.
Pero, de repente, vieron a una chica tocando el piano y a su amigo muerto en el
suelo y salieron corriendo. Nadie volvió a entrar jamás a esa casa.
Mi historia de miedo de Kimberly
Un día la noche de Halloween, había
un hombre disfrazado de ladrón, pero lo que nadie sabía es que era un ladrón de
verdad. Había un policía que no quería que nadie se enterase de que era
policía, entonces, se puso sangre de mentira por la camisa y por la cara. Él ya
sospechaba del ladrón y lo estaba siguiendo por todas partes que iba.
El policía veía cómo el ladrón
robaba las cosas a las personas. El policía fue a coger al ladrón para
detenerlo, pero el ladrón se dio cuenta y salió corriendo. El policía fue tras
él, corriendo, y cogió la pistola para disparar, pero lamentablemente como
estaba corriendo no tenía puntería y disparó a otras personas dejándolas
sangrando.
El ladrón iba por la carretera y
un coche que estaba en marcha, sin querer, lo atropelló y murió. Finalmente, llamaron
a la ambulancia para atender a las
personas a las que disparó el policía y se las llevaron al hospital.
Historia de Raisa
Cuenta la leyenda que en Ecuador a
las afueras de las amazonas específicamente en Quito vivía una madre con sus
tres hijos. Era una noche de Halloween fría y tormentosa y la madre enloqueció
y fue a las montañas donde mató y torturó a sus hijos. Al día siguiente,
despertó en medio de la carretera. Ella no sabía lo que había ocurrido y empezó
a buscar como loca a sus hijos hasta que un camión la atropelló. Cuentan los
quiteños que si paras con el coche a las seis de la madrugada por esa zona
encuentras a la mujer llorando y señalándote a la montaña y si no le dices en
qué parte están sus hijos te mata a ti y a toda tu familia. Además, cuentan que
las doce puedes escuchar sus gritos y llantos.